“Si Danilo Medina mantiene intacto
el manto de impunidad que protege a la cúpula corrupta de su partido, no esperemos
de su virtual gestión cambios sustanciales en las formas de gobernar y gestionar
las políticas públicas”.
Danilo Medina, un nuevo presidente para continuar en “lo mismo”
El nuevo presidente encuentra el
país hecho una ruina después de 46 años de ineficaces gestiones de gobierno, de
los cuales su organización política, el Partido de la Liberación Dominicana
(PLD) ha gobernado 12 años, contribuyendo de forma espectacular al deterioro
progresivo de la sociedad dominicana, reflejado en el vertiginoso aumento de la
pobreza y en la perversión continuada del sistema político y democrático.
Es difícil pensar que Danilo
Medina esté dispuesto a cambiar la mecánica política y cultural que le ha
permitido al PLD llegar al poder y mantenerse en el gobierno de forma
ininterrumpida durante los 8 años cumplidos y, quizás, durante los 4 por venir.
Hacerlo supondría toda una revolución política dentro de su partido, pero
además, oxigenaría la insistente demanda de la sociedad civil para que el nuevo
gobierno lleve a cabo un sostenido proceso reingeniería política que nos
permita ampliar y consolidar nuestra precaria democracia.
Si Danilo Medina mantiene intacto
el manto de impunidad que protege a la cúpula corrupta de su partido, no esperemos
de su virtual gestión cambios sustanciales en las formas de gobernar y gestionar
las políticas públicas.
Pese a los exiguos ribetes “progresistas”
de su discurso y a los amagos populistas de entablar alianzas “estratégicas” con
gobiernos de izquierda, como el de Dilma Rousseff, en Brasil, la deriva neoliberal
de los anteriores gobiernos peledeístas delatan la posible tendencia del
mandato danilista. Su compromiso será mantener el “statu quo”, cediendo quizás
ante algunas de las reivindicaciones planteadas por la sociedad civil. ¿Ante cuál?
La irresponsable opacidad de la clase política dominicana no nos permite saber
con certeza si las autoridades electas cumplirán algunas de las propuestas y
compromisos asumidos durante la campaña electoral.
Lo único previsible, el choque de titanes
En el transcurso del “nuevo”
gobierno, se prevé un confrontación directa por el control absoluto del poder entre
la recompuesta estructura danilista y la conservada maquinaria leonelista. Es
difícil anticiparse a como se desarrollaran los acontecimientos, pero lo cierto
es que la previsible “pelea de gallos” entre los dos titanes peledeístas puede
acelerar o dilatar la “reestructuración del poder” y la implementación de las medidas
de gobierno que contribuyan a construir la marca Danilo en oposición y
distanciamiento de la marca Leonel.
La crisis que se produzca a lo
interno del PLD, como la que se está desarrollando en el PRD, no pueden
hacernos perder la orientación política ni desvirtuar el camino de nuestras
luchas a favor de la creación de un real Estado derecho que nos permita sentar
las bases de un nuevo proceso político, social y cultural que nos coloque con
seriedad, responsabilidad y de forma sostenible en la senda del progreso, el
bienestar y la justicia social.
La nueva política, el reto de salvar la democracia
El continuismo apabullante del
PLD en el gobierno, obliga a los sectores progresistas de la nación a crear un
contrapeso social y político capaz de garantizar el mantenimiento de las conquistas democráticas logradas
durante los últimos 50 años.
Ante un viejo poder que se
prolonga en el tiempo, es preciso opositar con ideas y prácticas políticas innovadas.
Los sectores progresistas debemos realizar un esfuerzo responsable y sostenido
de reingeniería política que nos permita construir herramientas participativas y
estructuras políticas plurales que se orienten a garantizar la vigorosidad de la
democracia, fortaleciendo la participación ciudadana y el papel de la sociedad
civil, actualizando el rol de los partidos políticos en la sociedad y mejorando
de la eficiencia de la administración pública.
La posibilidad de avanzar la
necesaria transformación progresista de la sociedad dominicana exige de una
ciudadanía comprometida y vinculada con su propio desarrollo; requiere de una
sociedad civil activa, capaz de representar libremente los intereses de la ciudadanía,
en especial los de aquellos sectores sociales más débiles y vulnerables; obliga
a la democratización y profesionalización de los partidos políticos, los que
deben ser capaces de ser entidades de interés público y no corporaciones o
franquicias mercantiles al servicio de los poderes fácticos que atomizan el
Estado.
La clave de nuestra acción política
pasa por insistir de forma audaz en la mejora sustancial de la administración
pública y en la democratización de los poderes públicos que sostienen el Estado
dominicano.
Al próximo gobierno debemos
exigirle de forma contundente y continuada mejorar la gestión política y
profesional de la administración pública. Urge un mayor compromiso social por
parte de las distintas administraciones del Estado, pero también más y mejor
transparencia en la toma de las decisiones políticas de gobierno y en el uso de
los recursos públicos.
La nueva política debe orientarse
a facilitar de articulación democrática de los distintos agentes sociales y políticos
comprometidos con el cambio social. La apuesta transversal y colectiva debe ser
defender la continuidad, desarrollo y sostenibilidad del proceso democrático. Sólo
desde la pluralidad de las ideas y de las propuestas políticas progresistas
lograremos construir un referente político-social alternativo capaz de opositar
con éxito al poder continuista. Un referente que debe fundarse en el respeto a
la diversidad cultural y organizativa como garantía de la expansión y renovación
permanente del proceso de construcción democrática.
La nueva política requiere de una
izquierda democrática capaz de cooperar políticamente con el resto de fuerzas
progresistas y democráticas. Necesitamos recuperar la militancia y la formación
política no dogmatica. Debemos esforzarnos por desarrollar espacios de encuentro
y de construcción participativa de la crítica social. Debemos apostarlo todo a
la política, es decir, comprometernos firmemente con el progreso, el bienestar
y la justicia social.
Comparto 100% tu análisis. Es un hecho que la hegemonía cultural no cambia de un día para otro. El jueves se cambia de rostro la presidencia, pero es el mismo gobierno con la misma vieja oligarquía que lo controla todo. La partidocracia sigue cavando su propia tumba...-*
ResponderEliminarAsí es Jonathan, la hegemonía política y cultural sigue estando a favor de la oligarquía, sólo cuando logremos quebrar su poder cultural e ideológico empezaremos a quebrar su poder político y económico.
EliminarEs una gran tarea la que tenemos por delante, pero realizable. Somos la generación que puede hacer posibles la ansiada revolución democrática que exige la sociedad dominicana.
Seguimos en la lucha compañero!!